viernes, 21 de febrero de 2014

Puerta abierta

Me opongo. Me opongo a que sigas así. Me opongo a que no avances por el maldito miedo. Me opongo a tu parte mala, la que te hace daño. Estoy harta. Tenía que decírtelo ya. Te habla tu parte buena, la que es capaz de ver color hasta en la parte más negra de un cuadro; la que tira de ti y te salva cuando estás al borde del precipicio; la que solo quiere que dejes de pensar, que te dejes llevar, y que seas feliz de una vez.
Quiero hacerme oír dentro de ti ya. Quiero que me tengas en cuenta, y que solo dependas de mí y de nada ni nadie más. Que soy yo la única que está contigo a las buenas y a las malas. Que vivo enamorada de ti desde que naciste. Que he sido tu único público en todas y cada una de las escenas que componen tu historia.
Yo te he juzgado, y solo mi juicio es el que vale, pues soy la única que lo ve todo claro. Pero no, tú solo haces caso a tu parte negativa, la que solo sabe impartir miedo y desesperanza. Estoy harta, sí, de ella. ¿No ves lo que hace? Se alojó en ti cuando eras pequeña y vulnerable, cuando la viste salir de la ira de tu padre y de la propia muerte y se alojó en ti como un parásito, y tanto enfermedades como rupturas la han estado sustentando desde entonces. Ella te enseñó a envidiar, a sentir rencor, a no fiarte de nadie, a encadenar el pasado a tu cabeza. Incluso te prometió un futuro incierto, lleno de oscuridad y sin salida... Esa no eres tú. Créeme, te conozco muy bien. Y tú no tienes la culpa, pero sí que tienes la solución.
Comprendo ese miedo, esa inseguridad y las ganas que tienes de dejar de existir. Pero matándote me matarás a mí y, sobre todas las cosas, te matarás a ti también. Y por muy débil que sea, yo estaré ahí para evitarlo, para encontrar siempre una razón escondida en algún rincón de ti que te impulse a seguir y a quedarte.
Sé que tu parte mala me odia, y lo entiendo. Cree que no soy rival para ella pero siente el doble de miedo que tú, y eso será su perdición. No pienso parar hasta que dejes de aceptar sus manzanas envenenadas y me hagas caso. Si tengo que escribir textos así mil veces, lo haré. Pues está claro que nadie más lo hará y que solo yo te conozco de verdad.

PD: Gracias por abrir la puerta unos minutos, necesitaba ver lo preciosa que eras.

Firmado: Tú y solo tú.