Reviviré donde mil veces caí,
moriré sin que me maten, ni me aten
lo juro por mí.
Cien espadas a la espalda
no duelen tanto si fui yo quien las di,
no me frustres, no me exijas,
empiezo a levantar el vuelo
no me elijas.
Te abriré mi puerta si la tocas,
bailarán las notas sin placebos,
sin miedos, sin duelos...
Deja en una orilla tus botas, no me provoques,
si quieres ir a Roma no me toques,
no compartas siempre el mismo compás,
no me hagas mirar hacia atrás.
Si tengo que ser presa elegiré yo mis barrotes,
si tengo que ser libre tendré que echarle un par.
El mar vuelve a llamar, es otro cuerpo quien lo ansía,
los cantos de sirena son silencios de otra tía,
no olvida sus naufragios y recuerda sus locuras,
no mira mi reflejo por si se encuentra con la cura.
Déjame en la noche hasta que se muera el día,
que si me ves abajo hundida, ya me sacará la luna.
Paso de llantos baratos, de llorar a ratos,
de vinos caros,
de tirar por la borda estragos pasados,
de risas fingidas,
de rombos, corazones y picas,
de formular preguntas con palabras partidas.
-No busco
orden, no me lían,
solo busco miel y en mis alas
armonía.