martes, 20 de mayo de 2014

Oz.

Encontraré la forma de caminar,
la manera de pensar con claridad,
de construirme un corazón,
y de ser valiente.
Renunciaré a la desesperación,
y encontraré mi hogar
en los ojos de otra gente.
Y si las baldosas amarillas
no me ayudan a brillar,
pintaré mi propio camino
a base de fuertes barandillas
y de coraje hacia mi destino.

Sin chapines rojos,
sin lágrimas en los ojos.

miércoles, 14 de mayo de 2014

Un vagón.

Y aquella chica cogió aquel tren, sin pensarlo, cegada por la luz que venía del vagón. Pues no vio ninguna otra luz en aquella estación oscura. Cogió un tren que no llevaba a ninguna parte. Pero aquello era mejor que quedarse quieta. No debía quedarse quieta. La simple cobardía le daba miedo, quería huir de aquel miedo. Ya que ella era valiente, de corazón fuerte, con un coraje que llegaba más lejos que cualquier tren. El camino lo dictaban las vías, pero ella elegía en qué parada quería bajarse. Y así lo hizo, y así lo hará. 

Pues solo el viaje hace al viajero; igual que solo hundiéndote aprendes a nadar.

martes, 6 de mayo de 2014

Iceberg.

La esperanza implica esperar, y esperar es dolor. Dolor puro. Dolor puro que te llena el corazón de impurezas, de heridas. De heridas que ni el tiempo cura, que solo cicatrizan, y que se abren cuando vuelven a hacerte daño. Y los pedazos que quedan de ti, se astillan cada vez más, clavándose una y otra vez dentro. Se enfrían congelando tu alma. Y te vuelves como un iceberg: mostrando por fuera solo lo que dejas ver, dejando abajo la mayor parte de ti. Te ocultas, bajo el agua, y ni el agua consigue derretirte. Simplemente te acostumbras a dejarlo abajo, y dejas que la marea te mueva a donde sea, porque ya no te importa. El calor se fue con todo el orgullo y la falta de ese orgullo es como la ventisca que no deja que te descongeles.
Llega el verano, pero no lo notas.