al tecleo de unas fichas de dominó,
a los felinos con maullido de barítono,
incluso al fosforito sonido de la moto de un castrato.
Volvería al despertar de las mil alarmas,
al bodegón de un cenicero lleno,
al color azul de las canciones,
y al mosaico de monedas que decoraban aquella casa.
Volvería al olor a gato encerrado,
al de la pizza recién hecha,
al de los graffiti de un cascarrabias,
hasta a aquel asqueroso humo repleto de sustancias amarillas.
Volvería a ser la de antes,
la de antes del desastre,
volvería si no me hubieran extirpado las entrañas
para regalarlas,
si los límites importaran.
Si la escena que ha dejado
no pareciera un Pollock arrugado.
Si el valor y la decencia no hubiese quedado a la altura de la cama...
Volvería
pero ya no soy yo
del color que recordaba.